26.10.09



Jenny Saville es una artista contemporánea de los llamados Young British Artist. Estas son dos de las razones para incluirla como referente en mis pequeñas investigaciones del curso: ser mujer pintora y estar viva. La tercera razón es el impacto tan grande que sentí cuando descubrí su obra. Supongo que no me cansaré de analizar su pincelada y su gama de colores (especialmente el tratamiento de la carne); pero con lo que más identificada me siento en su trabajo es la manera de criticar temas muy personales a través de la representación de la figura humana (casi siempre mujeres basadas en su propia imagen o directamente autorretratos).

La obra de Saville en sus comienzos está muy ligada al discurso feminista, trabajando especialmente en la inconformidad hacia el modelo social de la belleza femenina ante la mirada de deseo masculina. Dice: «[…] utilizan a las mujeres para ser miradas. No tengo el gusto de mirar o ser mirada. Si acaso deseo ambos papeles». Se puede deducir que no está interesada en absoluto en la recreación de la belleza femenina idealizada, sino que construye una visión propia del cuerpo desnudo.

Su obra tiene un lenguaje directo en el que los cuerpos deformes, la sangre, los músculos descubiertos, la transexualidad, nos hacen ver cómo en esta sociedad nada es suficiente para que te vean bella y deseable. Son las consecuencias de este culto al cuerpo lo que hacen de la pintura de Saville algo tan violento y directo.

Como ya he dicho, en numerosas ocasiones utiliza su cuerpo como forma de ir más allá: «no estoy interesada en hacer retratos como tal. No estoy interesada en la personalidad exterior. No utilizo la anatomía de mi cara porque me guste, en absoluto. La utilizo porque trae fuera algo desde adentro, una neurosis».

Normalmente sus obras son de formatos gigantes, que hacen todavía más grandes y monstruosos los cuerpos que pinta. Trabaja con óleo sobre tela, aunque también utiliza técnicas de grabado y fotografía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario