24.10.09

Las mujeres casa de Louise Bourgeois

En la vida real me identifico con la víctima. En mi arte, soy la asesina. Estos horribles sentimientos se convierten en trabajos que el público encuentra muy alegres. En mi arte vivo un mundo de mi propia factura. Tomo decisiones. Tengo poder. En el mundo real, no quiero el poder.

Louise Bourgeois.


Louise Bourgeois. "Femme Maison" 1946-47. Óleo y tinta sobre lino. 91,4 x 31,5 cm. Colección privada.


Louise Bourgeois. "Femme Maison" 1946-47. Tinta sobre papel. 23,2 x 9,2cm.





“Louise Bourgeois. La Casa de Eva en el Paraíso” . Patricia Mayayo.


[...]

Consideremos, por ejemplo, la serie de dibujos y pinturas que, bajo el título de Femme-maison, realiza en 1946-47: imágenes en las que el cuerpo o la cabeza de una mujer han sido sustituidos por la representación de una vivienda, de tal modo que es difícil saber si es el organismo el que está invadiendo el espacio arquitectónico o, por el contrario, la arquitectura la que está aprisionando al cuerpo. Esta ambigüedad refleja el carácter dual que tiene, para Bourgeois, su propia casa familiar, un ámbito plagado de dudosos recuerdos: constituye, por una parte, un espacio materno, un refugio cálido y protector; representa, por otra, el reino del Padre, el universo del autoritarismo y la mentira. Pero las femmes-maison ponen de manifiesto también la naturaleza ambivalente que ha tenido siempre el espacio doméstico en la historia de las mujeres: se trata, por un lado, del lugar por excelencia de la sociabilidad femenina, punto de partida de una red de saberes de mujeres, escenario de los placeres de la maternidad; por otro lado, es un espacio de reclusión, emblema de la expulsión de las mujeres de los asuntos públicos, imagen de su identificación secular con un papel exclusivamente nutricio y reproductor (y en este sentido, no es de extrañar que estos dibujos y pinturas de Bourgeois se convirtiesen en una especie de icono en los ambientes artísticos feministas en Estados Unidos a principios de los 70).


En último término, las femmes-maison no son sino un ejemplo más de las ambiguas relaciones que han mantenido la mujer y la casa en el imaginario mítico: por una parte, como subraya Gaston Bachelard[1], la casa, el laberinto, la tumba, la caverna y en general los continentes y cavidades aparecen ligados, una y otra vez, a la imagen del útero materno; por otra, la mujer se halla totalmente ausente de las narraciones que a lo largo de la historia han especulado sobre el origen de la primera casa, la famosa cabaña primitiva. Mencionado por primera vez en el tratado arquitectónico de Vitruvio, este mito se cristianiza en el Renacimiento. Filarete, en efecto, sitúa el origen de la cabaña primitiva en la expulsión del Paraíso: cuando Adán fue arrojado del Edén, estaba lloviendo -sugiere- y cómo no tenía a mano más protección se llevó las manos a la cabeza para defenderse del agua; surgió así la primera vivienda con tejado a dos aguas. Siglos después, la mujer-casa de Bourgeois es una especie de contrapunto de esta imagen primigenia de Adán haciéndose una casa con su propio cuerpo: no podemos evitar preguntarnos si alguna vez la femme-maison será capaz de liberarse de la carcasa que la aprisiona y construirse, por fin, la casa de Eva en el Paraíso.



[1] BACHELARD, G.: La Terre et les rêveries du repos. Essai sur les images de l'intimité. París, José Corti, 1948.




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